Marzo de 2017, La Paz
Foto: La Razón |
No se habla de otra cosa, casi que no hay otros jugadores. Porque no los hay. Cuando Messi no estuvo por lesión, Argentina apenas sumó. Esos puntos que faltan son los que tienen a un país en vilo, son los que ponen en peligro lo que la inercia debería concretar: estar en Rusia 2018.
¿Puede la Argentina de Messi perderse un Mundial? ¿El país con el mejor jugador del mundo puede perderse la cita que paraliza el planeta? ¿El subcampeón mundial y doble subcampeón americano? ¿El país cuya capital es la que más estadios posee en el mundo? ¿La nación donde el fanatismo por el fútbol es causal de muertes, entre otras cosa?
Claro que sí, puede pasar. Argentina hizo todo al revés. Un imperio político que estuvo peligrosamente en mano de una sola persona demasiado tiempo, se desmoronó. El caos era inevitable, casi gravitacional. El equipo que representa a esa estructura no podía salir ileso.
Las cámaras captaron a Leo Messi insultando a un juez de línea y actuaron de oficio. En pleno debate sobre el uso tecnológico, FIFA dictó 4 fechas de sanción para el 10 albiceleste. Justo cuando quedan 6 partidos de una Eliminatoria mucho más apretada de lo planificado. Mucho más riscosa.
Con esa mochila encima llegó Argentina a La Paz. Con ese peso se quedó inmóvil a 3.600 metros de altura y perdió 2-0 sin atenuantes. Sin reacción. En estado de pánico.
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